Para esta obra me interesó marcar con el elemento línea, las características esenciales del rostro de 30 personas en 30 vidrios de 60 x 40 cm, para conceptualizar la línea como límite de la forma, como elemento sutil que separa un territorio de otro. Por su parte, emplear el vidrio como soporte me permitió unir el fondo con la forma: un territorio entra en otro. Al final del cada dibujo, escribí en el cristal un pequeño mensaje dirigidos al individuo, vislumbrando sus anhelos, deseos y preocupaciones.