Con la intención de preparar mi intervención en el Festival InSitu, en febrero de 2025 realicé dos derivas por la ciudad de Guanajuato para conectar con su gente y sus espacios. Esta experiencia fue muy enriquecedora, ya que, al caminar con una mente abierta, explorar distintos lugares y conversar con sus habitantes, obtuve los elementos clave para el proyecto.

La vivencia más significativa que inspiró esta obra ocurrió mientras caminaba por una calle lateral a la avenida principal. Vi a un hombre de mediana edad cargando a un joven sin piernas, que descendían por un callejón empinado. Pasaron frente a mí sin notarme, siguiendo su trayecto hacia la avenida principal. En ese instante, me quedé atónita y conmovida. La escena me hizo consciente de una realidad cotidiana en esta ciudad: el esfuerzo que puede suponer para sus habitantes el simple hecho de ir y venir de sus hogares ya que la propia ciudad está construida sobre un sistema de montañas, lo que hace que la vida diaria esté intrínsecamente ligada a este relieve por medio de sus callejones.

Esta situación no es ajena a la de muchas otras comunidades en México que se asientan en laderas y montañas, pero en ese momento fui consciente de ello. Al conversar con varias personas, me contaron que hay quienes, por su edad, enfermedad o alguna discapacidad física, ya no pueden descender. Entendí que usar una silla de ruedas o muletas en estas calles empinadas resulta imposible. Tareas como recibir una ambulancia, la recolección de basura o llevar un cilindro de gas se convierten en una acción diaria sumamente compleja.

Además de esta visita a Guanajuato, las charlas con Gustavo Álvarez, director del festival InSitu, fueron de gran valor gracias a los detalles que me compartió.