Hacia 1996, las agobiantes condiciones sociales y políticas de México tenían como antecedente la aplicación de un sistema político neoliberal por parte de los presidentes Miguel de la Madrid y Carlos Salinas, el asesinato del candidato presidencial del PRI, del presidente nacional de dicho partido y del Cardenal Posadas Ocampo, así como un devastador escenario económico conocido como “el error de diciembre [de 1994]”. Y como consecuencia, en su respectivo momento y con su propio alcance, la irrupción del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, el incremento exponencial de la pobreza extrema —particularmente en el medio rural, pero también en las periferias urbanas—, la pauperización de las clases medias, el desempleo generalizado y una crítica al gobierno, pero también miedo y apatía. Todo lo anterior, me llevó a desarrollar este performance. 

Instalé en el espacio que se encuentra entre el Templo Mayor y el Sagrario de la Catedral Metropolitana en el Centro Histórico de la CDMX, en medio de los vendedores ambulantes, tres espejos de 2 m de largo por 1 m de ancho, los cuales cubrí con papel transparente de los colores verde, blanco y rojo, que son los de la bandera mexicana. Intervine cada espejo con acciones específicas para incentivar a los espectadores y transeúntes a escribir sus reflexiones sociales y políticas en los espejos con plumón y/o pintura en aerosol negra. Los tres espejos terminaron pintados de negro completamente.